Los pensamientos rumiativos consumen nuestro tiempo, nuestras energías y nuestra salud. Aquí van pistas para tratar con ellos.
¡Buenos días!
¿Sabéis lo que es la rumiación? Y no me refiero a los animales rumiantes, que mastican una y otra vez la comida para facilitar su digestión, aunque algo tiene que ver… me refiero a nosotros, los seres humanos, cuando nos vienen a la mente una y otra vez esos pensamientos machacones, esas historias o preocupaciones repetitivas que a veces parece que nos atrapan en un círculo vicioso y nos sentimos casi obligados a seguir dándoles vueltas, a “masticarlas” una y otra vez.
Esto nos pasa a todos en mayor o menor medida, ¿quién no ha reproducido mentalmente una y otra vez una discusión o situación tensa, buscando justificaciones a lo que dijo o imaginando alternativas? ¿Quién no ha analizado una y otra vez todas las cosas que pueden pasar en un asunto que le preocupa?… ¡A veces es como el día de la marmota!
La rumiación se produce cuando pensamientos repetitivos, negativos, nos "atrapan" en un circulo vicioso.
Me he acordado de una pequeña historia, sencilla, para ilustrar que es la rumiación. Una pareja está en la cama, antes de dormir, en silencio, y ella piensa, preocupada: "Estamos aquí juntos y no me dice nada. ¿Estará enfadado? Quizás no le ha gustado el restaurante que le sugerí para comer. No sé porque no me dice nada, tampoco es para tanto. ¡Espera! Tenemos que ir a ver a mis padres... seguro que no le apetece nada y por eso está enfadado. Mmmm, no, creo que no le gustó lo que le dije esta mañana sobre su ropa. Así no podemos estar. Sigue sin hablarme ¿Habré hecho algo sin querer que le ha molestado? Debe ser lo de visitar a mis padres ¿O será otra cosa?”. Y así sigue sin parar. Al final de esta entrada comento como acaba.
Nuestra mente es así, genera constantemente pensamientos, ¿sabías que produce más de 60.000 pensamientos al día, de los cuales más de un 80% son repetitivos y/o negativos? En cualquier caso, todo esto entra dentro de la normalidad, así que no nos pongamos nerviosos. Pero esta tendencia, si es excesiva, puede producir un gran desgaste y pérdida de energía estériles, y además nos conduce con frecuencia a estados de ánimo que no son positivos ni saludables.
¿Y qué podemos hacer con todo esto? Es un hecho que nuestra sociedad hiper conectada nos lleva a acelerar esa “Fábrica de pensamientos”, y situaciones como la que actualmente vivimos aún más.
¿Cuánto tiempo perdemos en esos pensamientos rumiativos? ¿Cuántas energías se nos van?
Lo primero sería darnos cuenta, tomar conciencia del tiempo que perdemos sumidos en esos pensamientos rumiativos, ésos que se quedan ahí dando vueltas, en las historias recurrentes que nos contamos.
A continuación, una primera reacción, rápida y automática, sería tomarlos en serio y de tanto repasarlos, creernos todos nuestros pensamientos y estados de ánimo, asumirlos como nuestra vida real. Pero esta actitud solo genera complicación y sufrimiento, e incluso puede conducir a problemas psicológicos mayores. Ya lo dijo Mark Twain: “Mi vida ha estado llena de terribles desgracias, la mayoría de las cuales nunca ocurrieron”.
La mejor solución es aprender que "no soy mis pensamientos, sino que tengo pensamientos", es decir, darnos cuenta de que el movimiento de la mente o “la Fábrica de pensamientos” no deja de contarnos historias, esbozar planes, evocar recuerdos y elaborar relatos que no son reales. Hacernos conscientes de que por más que insistamos en contárnoslos a nosotros mismos, no significa que estén sucediendo en la realidad.
Importante: "yo no soy mis pensamientos".
Aquí me gustaría introducir uno de los conceptos clave en la psicología actual, la metacognición, como el acto de pensar en el propio pensamiento, o dicho de forma más sencilla, el conocimiento que tenemos de nuestros propios procesos cognitivos (de nuestro pensamiento), por tanto, ser testigo consciente de mi pensamiento incluyendo una conciencia crítica del mismo. O sea, saber que yo soy el que piensa y no identificarme con ese pensamiento como si fuera real… es solo un pensamiento. ¡Vaya lío! Quizá tengas que leerlo otra vez 😊.
Con la metacognición podemos mejorar nuestra capacidad para gestionar los procesos de pensamiento y mindfulness es una de las herramientas que permiten desarrollar esa metacognición, ya que permite entrenar el cerebro para comenzar a observar los pensamientos y fenómenos mentales como lo que son, desidentificándonos y tomando conciencia de ellos.
Si ves tu vida como una película, piensa que en lugar de actor, puedes ser el director.
Para entender un poco más todo esto, me gusta proponer el símil de la película: con la práctica de mindfulness puedo observar lo que pasa por mi mente como si fuera un actor de una película. Y podemos caer en la cuenta de que la mayoría de las veces poco tiene que ver con la realidad. En ese momento debemos intentar adoptar el rol de director, que tiene capacidad de decisión y de salirse del guión… ya que solo es una película. ¡No soy un simple actor que representa el papel que le ha tocado y se identifica totalmente con él!
O como expresa Jack Kornfield (uno de los maestros clave en la introducción de mindfulness en Occidente) de una forma muy hermosa: “aprender a escuchar desde algún otro lugar de nuestro corazón, ubicado más allá de la mente, en un lugar espacioso, sabio y comprensivo, y responder desde allí a las situaciones en vez de vernos arrastrados por ellas”.
Lo que realmente importa es hacernos conscientes de la rumiación y decirnos "¡Es sólo un pensamiento!"
En cualquier caso, estos pensamientos rumiativos aparecerán en ocasiones, y no solo no es un problema, sino que deberemos acogerlos con amabilidad y dedicarles también algo de tiempo, ya que suelen ser indicador de que hay algo a lo que debemos atender, reflexionar o trabajar… pero desde ese lugar espacioso, sabio y comprensivo sin necesidad de repetirlo machaconamente.
Lo que realmente importa es el momento mágico en que nos hacemos conscientes y nos decimos: ¡es sólo un pensamiento!, este es el momento Mindful “que nos brinda la oportunidad de seguir perdidos en nuestros pensamientos o volver al presente. El acto de retornar constituye un entrenamiento para despertar, es decir, para vivir más atentamente el presente”.
Se me olvidaba… ¿Cómo acaba la historia de la pareja en la cama? Vamos a acabarla con una sonrisa. Ante la rumiación de ella, ¿qué está pensando él? "¿Cómo es que las moscas pueden andar por el techo?"
¡Un abrazo y seguimos hablando!
Angela Larrubia Ansón - Mindfulness Vida y Salud
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