top of page
  • Foto del escritorAngela Larrubia

Algo se muere en el alma.

Sentimientos en momentos de duelo.



Mi entrada de hoy es un poco especial. Hoy no quiero referirme a la ciencia, al mindfulness o terapias o prácticas similares, que en momentos de zozobra, ansiedad o inseguridad, pueden ser de ayuda. Hoy no va de reflexiones ni de consejos. Hoy va de sentimientos. De sentimientos profundos.


¿Qué decir, qué pensar, cuando alguien muy muy querido fallece? A veces no hay palabras, sólo gestos.


Estar ahí, con la familia. Acompañar, apoyar, compartir. Dejarse apoyar. Sentir el dolor, abrirse a la tristeza. Escuchar. Agradecer, dar espacio al amor. Y por supuesto, un abrazo sentido, de verdad. Y un beso sencillo, transparente, un adiós o aún mejor un hasta siempre.

Hoy no va de ciencia, va de sentimientos.

Se dice desde la psicología: "hay que aceptar la dura realidad" o "hay que elaborar los sentimientos", y cosas así. Muy profesional. Ojalá fuera tan fácil hacerlo como decirlo ¿verdad?.


El duelo es todo un torrente desbordado de sentimientos contradictorios. Es normal sentir dolor, tristeza, rabia, frustración o quizás incluso culpa. O a veces, digamos, descanso o alivio, porque acabó una larga enfermedad... todo ello tiene cabida en nuestra humanidad, es nuestro deber y privilegio vivirlo y acogerlo porque de hecho ya está aquí. "Todo pasa y todo queda" como decía Machado y cantaba Serrat.


¿Y que le queda a la familia? Lo primero angustia, vacío, impotencia. Eso nunca se irá del todo. "Algo se muere en el alma", como dice la canción. Pero ¡tanto queda!, afloran los recuerdos, y, por algún misterio, suelen ser los buenos recuerdos, las vivencias compartidas. Muchos buenos recuerdos con ella. Y eso ayuda, dejemos que vengan.

El duelo es un torrente desbordado de sentimientos contradictorios.

Cada uno responde de una forma distinta, que a veces no entendemos. Con silencio, o con llanto. Buscando un abrazo, o en soledad. Con rabia o tensa aceptación. Con intensidad o casi con desmayo... Y a veces con todo ello, en una montaña rusa difícil de recorrer. ¿Qué hacer?. Creo que es cuestión de respeto, dar a cada uno (sin olvidarnos a nosotros mismos) su espacio personal, permitir, acompañar, acariciar el alma y por supuesto, cuestión de tiempo. Mucho tiempo. Aprender a vivir de otra manera.


¿Y qué me queda a mí después del dolor y la pena?: AGRADECIMIENTO. Por su vida dedicada a los suyos. Por su ejemplo día a día en tantas cosas. Por su amor. Por esa vida fecunda y plena.


"Puedes llorar porque se ha ido, o puedes sonreir porque ha vivido.

Puedes cerrar los ojos y rezar para que vuelva, o puedes abrirlos y ver todo lo que ha dejado.

Tu corazón puede estar vacío porque no le puedes ver, o puede estar lleno del amor que compartiste.

Puedes llorar, cerrar tu mente, sentir el vacío y dar la espalda, o puedes hacer lo que a él le gustaría: sonreír, abrir los ojos, amar y seguir."

(Poema escocés)


¡¡Un abrazo y seguimos hablando!!


Angela Larrubia Ansón - Mindfulness Vida y Salud

¡Únete al Blog y recibe nuestras noticias!

¡Gracias por unirte!

bottom of page