El perder el control de nuestro entorno nos lleva a preocuparnos, y a veces mucho. Y provoca estrés y ansiedad. ¿Podríamos preocuparnos menos?
Hola de nuevo a todos,
Una de las mayores causas de estrés y ansiedad en nuestro tiempo es la preocupación constante y desproporcionada por todo lo que pasa, por todo lo que hay, y si te fijas bien, quizá puedas ver que la mayoría de las veces está relacionada con el impulso de tener siempre el control de lo que pasa a nuestro alrededor.
Al fin y al cabo, es una necesidad de sentirnos seguros ante ese cambio constante que, muy a nuestro pesar, siempre está ahí, en todos los aspectos de nuestra vida, y ante él, el instinto de supervivencia construye una sensación engañosa de control de la situación, de que ahora estamos más o menos bien y podremos seguir así para siempre.
Tendemos a querer controlar lo que nos rodea. Pero el constante cambio de nuestra vida lo impide.
Pero, claro, en el fondo somos listos 😊 y sabemos que no es así, que todo cambia de un momento a otro. Cambios grandes o pequeños. Cambios que trae el propio curso de la vida como hacerte mayor y crecer en responsabilidades, casarte, separarte, tener un hijo, jubilarte. También la enfermedad, la pérdida… Y en el trabajo: nuevas responsabilidades, proyectos en curso con altibajos y problemas, nuevos jefes, cambios en tu equipo… ¡es casi continuo! Sencillamente, cambios respecto a nuestros planes, a nuestras expectativas, a nuestra línea de acción más o menos estable y habitual, a nuestra “zona de confort”.
Yo tenía un compañero que se agobiaba mucho en cuanto algo se escapaba de su previsión. Y su primera reacción era “buscar culpables” (lo de buscar culpables nos desahoga mucho, ¿verdad?). Yo intentaba calmarle y usaba un “mantra” que a veces funcionaba y que quizás me hayáis oído alguna vez: “los problemas, en fila india”.
Las situaciones de cambio nos dan una sensación de pérdida de control, y con ello, una preocupación excesiva.
En esas situaciones que nos suponen una sensación de pérdida de control, empieza la preocupación, en muchos casos, una preocupación excesiva y un esfuerzo ímprobo por recuperar el control de nuevo, para inevitablemente perderlo otra vez, entrando así en un ciclo que puede llevarnos a situaciones de gran estrés.
Te invito a que reflexiones un poco si eres de esas personas que, a veces, por el esfuerzo por mantener todo controlado, en su sitio, como debe ser… estás en riesgo de “morir de control” ☹. La verdad, siendo realistas, es que si eres humano no puedes no preocuparte.
Desde luego, no podemos decir que esa “preocupación” no es buena: nos ayuda a conseguir nuestros objetivos, a continuar en la brecha e incluso, por prurito personal o profesional, a dar lo mejor de nosotros mismos. Pero tenemos que encontrar una manera de lograr un equilibrio: aprender a vivir, a trabajar, sin preocuparse hasta la muerte. Ese es el arte. Cuando la preocupación se convierte en controladora, es cuando una dosis de tranquilidad y despreocupación puede marcar la diferencia.
Claro, si eres humano, es imposible no preocuparte. Pero el punto está en lograr el equilibrio: preocupaciones, las justas.
Volviendo a lo de usar algún “mantra”, yo usaba uno, sobre todo en el trabajo: “Mi reino no es de este mundo”. Con eso no quiero decir que pasaba de lo que sucedía. Sencillamente me servía para tomar un respiro, me elevaba sobre el problema, y como decía, me daba un poco de despreocupación, aunque sea breve. Bueno, a veces me funcionaba. Y en esos momentos, ese cambio, ese problema, fluía hacia afuera de mí.
Suena a tópico, pero eso de FLUIR me suena bien. A veces un poco de inocencia o ingenuidad con una buena dosis de curiosidad y apertura pueden hacer maravillas sobre esa preocupación controladora. Yo creo que nos sorprenderíamos si probamos y dejamos que las cosas sucedan, cuando probamos a PERMITIR y PERMITIRNOS en vez de RESISTIRNOS a todo aquello que se aparta de lo que a priori pensamos que debe o tiene que ser. Podríamos probarlo de vez en cuando y probablemente encontraremos algo parecido a una pequeña liberación.
Podríamos probar a "permitir", en lugar de a "resistir".
Seguramente descubriremos que las cosas pueden funcionar sin necesidad de que estemos siempre encima controlando todos los detalles, que los demás también saben hacer las cosas, que si la reforma de la casa termina 3 días después o si la reunión se retrasa, o el cliente cambia de opinión, tampoco pasa nada. Ya lo iremos gestionando según vaya sucediendo. Y sobre todo que, si estamos bien atentos, precisamente en muchos de esos cambios o circunstancias no esperadas es donde encontraremos las mejores oportunidades de crecer. Y de aprender.
Y hablo de equilibrio, por supuesto, no de dejadez, auto complacencia o “que sea lo que Dios quiera”. Sería algo así como una Preocupación Despreocupada ¿Difícil verdad?
Preocupación Despreocupada. Eso estaría bien. ¿Seríamos capaces de lograrlo?
La práctica de mindfulness trabaja muchos de los conceptos que hemos comentado. Sí, hablamos de prestar atención a cada momento, de ver lo que trae y como nos sentimos y nos comportamos ante él, de generar apertura y curiosidad desprendiéndonos de nuestras ideas previas y nuestras resistencias habituales.
Hablamos de permitir, fluir, suspender los juicios continuos, aflojar y dejar por un momento que las cosas sean como son… ¡¡RESPIRAR!!
Por cierto, ¿esto es Mindfulness o sentido común?
Un abrazo y ¡seguimos hablando!
Angela Larrubia Ansón - Mindfulness Vida y Salud
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