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Foto del escritorAngela Larrubia

Impermanencia para los malos momentos.

Con las consecuencias de la pandemia es difícil disfrutar de la Semana Santa. Quizás verlo con la perspectiva que nos da la impermanencia ayude...



Hola muy buenas,


Mi entrada del blog de esta semana coincide con el jueves de esta Semana Santa de 2021 y con unos cuantos de nosotros a punto de disfrutar unos pocos días de vacaciones. De nuevo encontramos limitaciones por la pandemia que no cesa. Para unos, los inconvenientes son sólo de movilidad. Nos vemos obligados a no viajar o, si acaso, a movernos por nuestra comunidad autónoma, sin poder apenas reunirnos, ¡de nuevo!, con amigos y familiares. Para otros, es mucho más grave: problemas muy muy serios de empleo o de salud.


En esta situación, afloran sentimientos negativos, y es difícil a veces sobreponernos para aportar una visión que sea un poco más positiva. Pero sí quizás podamos poner estas circunstancias en perspectiva, con la ayuda del concepto de la impermanencia. ¿Sabéis lo que es? Como en el caso de mi anterior blog sobre “la mente de mono” (este es el link), se trata de otro concepto con origen en el budismo.

El concepto de "impermanencia" puede ayudar a ver con perspectiva ciertas situaciones.

La impermanencia dice: todo cambia, nada es constante. Nada es permanente (de ahí lo de “impermanencia”). El cambio es inevitable, de hecho, tenemos una engañosa sensación de estabilidad que, en realidad, se nos rompe a cada momento… Y, ante ese cambio, reaccionamos de manera diferente. Algunas veces aceptamos el cambio, trabajamos con él, exploramos posibilidades. Otras veces nos causa desasosiego y nos resistimos a él. Y en este último caso, cuando nos resistimos, puede aparecer angustia, sufrimiento, ansiedad.


Este concepto tiene muchos más matices, que ya trataremos en algún otro artículo más adelante. Pero vamos a intentar, con la ayuda de una pequeña historia aportar una reflexión que pueda ayudar, y al menos, sacaros una pequeña sonrisa. Se trata de la historia de “El anillo del rey”. Quizás os suene, circula por las redes sociales.

La impermanencia dice: "todo cambia, nada es constante". El punto está en cómo gestionar ese cambio.

Hace muchos años, un rey pidió a sus magos y sabios un hechizo para poder utilizar en casos desesperados, cuando tuviera un muy grave problema. Uno de esos sabios le preparó un anillo con una esmeralda, en donde, debajo de la esmeralda, puso un papelito con las palabras mágicas. El anciano sabio le dijo al rey: “No abras ahora el anillo para leer las palabras. Hazlo solo en caso de que no encuentres salida en una situación”.


Unos meses más tarde, el reino fue invadido, y el rey tuvo que salir huyendo con una pequeña parte de su ejército. Cuando estaba en mitad del bosque, oculto, rodeado y desesperado, se acordó del anillo, lo abrió y leyó “Esto también pasará”. Reflexionó, y se dio cuenta de que estas palabras le dieron esperanza. Reorganizó su ejército, contraatacó y reconquistó el país.

Cuando las cosas vayan mal, piensa: "Esto también pasará".

Cuando estaba de nuevo en su trono, rodeado por sus leales oficiales, celebrando la victoria, llamó al anciano sabio para agradecerle su sabiduría. Este le dijo: “Creo que es momento de que vuelvas a leer las palabras del anillo”. El rey, extrañado, así lo hizo, y leyó de nuevo “Esto también pasará”. El sabio le dijo: “Todo pasa. Ninguna situación o sentimiento son permanentes. Hay momentos buenos y malos, alegres y tristes. Esa es la naturaleza misma de las cosas.”


Pues ya veis. Hay momentos muy buenos, plenos, de felicidad y éxito. Recordemos que está bien disfrutarlos, ¡de hecho eso hay que hacer! Pero no debemos apegarnos (o yo diría más bien “aferrarnos”) especialmente a ellos. Del mismo modo, tampoco debemos apegarnos ni aferrarnos a los malos momentos, como éstos que vivimos ahora. Recordemos que pasarán y vendrán otros mejores… todo cambia…

Disfrutemos los buenos momentos, pero entendamos que pueden pasar. Por lo mismo, no nos aferremos a los malos momentos: ¡también pasarán!

Y como decía mi madre, acabo con las “recomendaciones del alma”: Pasadlo bien estos días. Haced cosas diferentes o disfrutad de las de siempre. Un poquito de descanso. Cuidado al conducir. Sed prudentes con las medidas sanitarias si salís a algún sitio… ¡Y unas torrijas para endulzar la vida!


¡Un saludo y seguimos hablando!


Angela Larrubia Ansón - Mindfulness Vida y Salud

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