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  • Foto del escritorAngela Larrubia

¿Quién eres en realidad? El Yo narrador y el Yo experimentador.

Tu vida la construyes entre lo que experimentas en realidad y lo que te narras a ti mismo. ¿Eres el Yo narrador o el Yo experimentador? ¿Existe un balance?



Vivimos una vida compleja, diversa, acelerada y rica. Una vida llena de cosas hechas y por hacer. Una vida real y una vida digital. Una vida en la que atesoramos experiencias, relaciones, expectativas… una vida incluso a veces desdoblada en nuestra faceta personal, profesional, familiar, en nuestro círculo de amistades…

¿Te has parado a pensar en lo que luego te queda de todo ello? ¿Eres realmente consciente de todo tal y como lo has vivido y experimentado? Creo que esto es cada vez más difícil en vista de la velocidad, la cantidad de estímulos que asumir y evaluar constantemente, decidiendo sobre la marcha en base no sé muy bien a qué.


A veces tengo la sensación de que construyo mi vida en base a los retazos que soy capaz de recoger de aquí y de allá, de pasados y futuros, de realidades y pensamientos, de impresiones y emociones, pero no a partir de una presencia real y atenta. Pasando de puntillas por demasiadas cosas, sin darles el tiempo ni el espacio suficiente porque no lo tengo, o eso creo.


El Yo experimentador vive la experiencia real del aquí y del ahora, pero con la vida loca que llevamos, no le damos tiempo ni espacio.

¿Y en medio de este lío como consigue mi mente construir un relato coherente de mi vida y de quien soy YO? Para eso tenemos el “yo experimentador” y el “yo narrador”.

El “yo experimentador” es el que realmente vive y siente la experiencia del aquí y el ahora: es el que disfruta de un atardecer, el que siente curiosidad, el que mantiene una conversación escuchando de verdad, el que sufre una pérdida o se deleita con el calor del sol. Pero el “yo experimentador” no tiene memoria, le falta continuidad de información de la experiencia ya que sólo está presente en esos pocos momentos de atención consciente que consigo y desengancha a menudo cuando el piloto automático toma el control.


Ahí es donde entra el “yo narrador”, que hilvana esos retazos de experiencia real y a partir de ellos elaborar historias, narraciones y en ocasiones fantasías que hacen que me sienta segura y me dé la sensación de una sólida realidad personal.

De esta forma, el “yo narrador” parte de las experiencias vividas por el “yo experimentador” y las modela, interpreta y encaja lo mejor que puede, de forma que tengan sentido lógico en mi vida, mi situación, mis patrones de acción y mis sesgos, incluso si lo ve necesario rellena información a base experiencias previas, recuerdos o futuribles. Así voy construyendo mi YO, casi como si fuera un personaje, mitad real, mitad imaginado.


El Yo narrador toma las experiencias reales y construye una historia con esas vivencias ... o quizás una fantasía.

Quizá aquellas vacaciones no fueron exactamente como las cuento o como las recuerdo. Y seguramente aquella conversación difícil con mi colega no lo fue tanto. Por supuesto no se trata de mentir o inventar, pero a fuerza de darle vueltas tantas veces creo que lo que pasó va “evolucionando” al incorporar sin darme cuenta mis opiniones y temores, lo que yo creo que debería ser… y parece que poco a poco siempre va empeorando.


Y la cuestión es que este YO que voy construyendo a base de narraciones mentales es el que va a tomar mis decisiones, va a relacionarse con mi familia y mi entorno y va a determinar mis experiencias futuras, realimentándose por tanto de ellas y entrando en un bucle difícil de romper.


Es posible hacer que el Yo experimentador tenga mas cancha: la neuroplasticidad del cerebro permite entrenarlo para conseguirlo.

Llegado este punto, ¿puedo hacer algo para que mi “yo experimentador” tenga mucho más que decir?, Creo que muchos de nosotros querríamos tener una vida más plena y presente, más real y simple, detener un poco esa actividad mental constante y desbocada; ¿Podemos silenciar un poco ese “yo narrador” y en cierto modo disciplinarlo para poder ceñirme a la experiencia del momento presente? Esto sería realmente un descanso, casi una liberación.


Aquí es donde viene la buena noticia: La ciencia ha demostrado que podemos hacerlo, que la neuroplasticidad de nuestro cerebro nos permite “entrenar” la atención de forma que nos hagamos más conscientes de lo que realmente pasa, alimentando el “yo experimentador” desde la curiosidad, la apertura y la amabilidad, haciéndonos conscientes de cuándo el “yo narrador” se pone en marcha para sugerirnos historias con cierto sentido que solemos creernos.


Puedes practicar para dar espacio al Yo experimentador. Aquí te paso un pequeño ejercicio.

Te propongo bajar el ritmo, simplificar tu vida y encontrar ese tiempo y espacio necesarios para estar realmente presente en cada momento y de esta forma aproximarte lo más posible a tu “YO real”.


Para comenzar puedes hacer una pequeña práctica:


Rellena un “diario de eventos agradables” haciéndote consciente de todos aquellos que te sucedan esta semana, tanto en tu vida personal como en el trabajo. ¡Son muchos más de lo que imaginas!. Selecciona y anota al menos uno cada día e intenta recopilar todos los detalles, tanto del evento en sí como de todo lo que hay alrededor, especialmente tus sensaciones, pensamientos y emociones alrededor, detectando el “yo narrador” si apareciera y haciendo espacio deliberadamente para el “yo experimentador”.


¡Disfruta de todos ellos y no dejes pasar ninguno inadvertidamente!


¡¡Seguimos hablando!!


Angela Larrubia Ansón - Mindfulness Vida y Salud

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